¿Qué estoy haciendo?

No sé si te ha pasado que de repente, entre tantas actividades y cosas qué hacer, te sientas un momento y piensas: ¿Qué estoy haciendo? Han pasado 30, 40, 50 años de mi vida, y ¿qué estoy haciendo?

A mí me pasó...

La dinámica de la vida consume el tiempo de uno sin darse cuenta. Hasta el momento que gradué sabía lo que estaba haciendo:
estudiando; cuando estuve trabajando sabía lo que estaba haciendo: trabajando; cuando me casé y tuve a mis hijos sabía lo que estaba haciendo: atendiendo a mis hijos...Pero de pronto me encontraba preguntándome: ¿Qué estoy haciendo?
Es que la vida es demasiado corta, los días se van como agua entre las manos, pasan las semanas, los meses, los años....y ¿qué hicimos?

Yo estoy convencida de que no estamos en este mundo sólo para nacer, crecer, reproducirnos, y morir. ¡No! eso no le da sentido a la vida, no le da un propósito.

Cuando pasas por la vida y nadie se dio cuenta, es como si no huberas existido, no tendría caso...
Cuando pasas por la vida haciendo sólo lo que se supone debes hacer tampoco tiene sentido, no aportaste nada, fuiste simplemente otra persona más en este mundo.

Nuestro mundo necesita personas que no sólo pasen por la vida, que no sólo transiten por las mismas calles que tantos ya han transitado, necesita personas que muevan y transformen el mundo, ese pedacito de mundo donde ellas son influencia.

Y no me refiero a que hagas cosas soprendentes y seas mundialmente famosa o famoso. Me refiero a que hagas cosas sorprendentes y maravillosas en el lugar donde te toque estar.

Como familia  Pastoral, nos mudamos muy frecuentemente, y cada año nos preparamos para un posible cambio. Así que eso aparentemente era un problema para mí, porque no podía pensar en conseguir un trabajo fijo porque no sé cuanto tiempo estaré en un mismo lugar. Eso me frustraba, yo quería hacer lo que se suponía debía hacer con mi vida: trabajar de acuerdo a mi profesión, sentía que si no lo estaba haciendo, no estaba haciendo nada.

Pero un día, ese día que me pregunté ¿qué estoy haciendo? Dios me dio la respuesta: Haz la diferencia donde estás.

Sí, era cierto, yo solo estaba haciendo lo que se suponía debía hacer, lo que todos los demás hacen pero en realidad yo no estaba haciendo nada.

En ese momento mi vida tuvo sentido, tenía una razón de ser, de existir, tenía una misión.

No sé cuál es tu misión en este mundo pero toma tu tiempo, el necesario para que la descubras.

Yo he ido descubriendo mi misión, yo no la sabía, pero Dios me la ha ido mostrando, Él mismo ha puesto en mi corazón el interés y el deseo de hacer ciertas cosas que nunca se me hubera ocurrido hacer. El secreto es: aceptar esa Misión.

Mi esposo y yo nos hemos propuesto algo: Debemos aportar algo bueno en donde nos toque estar.

Y así comenzamos...y ¿sabes? te contaré lo que pasó:

En el lugar donde vivíamos anteriormente, comenzamos a hacer los trámites para iniciar un Kínder que dependiera de nuestra Organización, nuestra hija estaba en edad preescolar y vimos cuán necesario era un Kínder Adventista en esa ciudad. Realizamos todos los trámites, no sabíamos cómo pero ahí aprendimos, todo estaba casi listo, se llegó el último día para entregar los documentos, pero ese casi, hizo que no pudiéramos enviarlos. Nos desanimamos pero lo volveríamos a intentar para el próximo año.

Pero Dios tenía todo bajo control, nos estaba enseñando que podiamos hacer cosas que nunca imaginamos.

Al las semanas nos cambiaron de ciudad, mis hijos entraron a la escuela, pero no era lo que como madre quería para ellos, las instalaciones y el mobiliario no era lo que esperaba, pero era nuestra escuela, una escuela de nuestra Iglesia. La primer tendencia mía fue criticar: ¿por qué no se ocupan en mejorar? entonces se me vinieron a la mente las palabras que Dios me había dicho antes: Haz la diferencia.

No más críticas, tenía la obligación de Hacer.

Así que comenzamos nuestros dos proyectos: remodelar los salones de la Primaria y cambiar los mesabancos. Un año estuvimos buscando donativos y Dios abrió las ventanas de los cielos. Conseguimos exactamente el dinero necesario para terminar el proyecto justo en la fecha que nos habíamos propuesto.

Entonces aprendí algo: Dios nos da cuando hacemos.

Estaba nuestro segundo proyecto: constuir un edificio nuevo para el Kínder. Han pasado 3 años desde entonces y justo en estos días hemos visto cómo Dios ha abierto una vez más las puertas y espero poder contarles muy pronto más maravillas de Dios.

Entonces he aprendido algo más: Dios abre las puertas de las oportunidades sólo cuando Hacemos algo: vamos a tocarlas.

Ahora mi vida tiene sentido, tengo una Misión, estoy haciendo algo.

Por eso ahora estoy preparando a mis hijos para que ellos también descubran la Misión que Dios tiene para ellos, y que lo hagan más pronto de lo que yo lo hice para que no desperdicien tiempo.

Si eres madre, como yo, haz la diferencia con tus hijos: anímalos a que hagan algo que tu sabes pueden hacer y que los hará mejores y diferentes a otros niños, apoyalos para que desarrollen sus talentos, para que descubran el potencial que tienen, enséñales acerca del plan que Dios tiene para ellos, que son especiales y que Dios los creó para un propósito especialmente definido para ellos.

¿Qué estás haciendo tú?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Todo hijo es padre de la muerte de su padre

¿Qué tienes en casa?

La Herencia que recibí de mi Padre