Una Lágrima de dolor

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Hace días un niño de mi ciudad desapareció, la noticia rápidamente se difundió y a través de las redes sociales circuló la foto y los datos del niño, un pequeño de apenas 6 años de edad.

Cuando me enteré de lo ocurrido y vi la foto del pequeño no pude más que identificarme con él como madre de un niño de su edad. Así que tomé sus datos y con la esperanza de que se pudiera dar con su paradero y sobre todo que no le hubiera pasado nada malo, empecé a compartir la información.

¿Qué pasa cuando se pierda un niño? ¿Qué sentimientos afloran en nosotros?

¡Es sólo un pequeño! Indefenso y vulnerable.

Pasaron los días y la búsqueda seguía, con tanta delincuencia sobre todo en los últimos años no podíamos resignarnos a pensar que ahora también estuvieran desapareciendo niños de nuestra ciudad.

Hoy terminó la búsqueda, cuando encontraron el cuerpo sin vida del pequeño. ¿Qué había pasado?

¿Cuántos niños desaparecen a diario en nuestro país y en el mundo entero? ¿Cuántos niños sufren de abuso físico, psicológico, sexual? ¿Cuántos niños son arrebatados de sus hogares? ¿Cuántos niños padecen de maltrato en sus propios hogares? ¿Te has puesto a pensar en eso?

Además ¿Qué pasa con estos niños maltratados, abusados, robados, cuándo crecen? ¿Qué vida llevan estos niños al convertirse en jóvenes y adultos? Si es que no mueren antes.

Muchas veces cerramos la vista a esta problemática cada vez más grande en nuestro mundo, en nuestro país, en nuestras comunidades. Porque es preferible la indiferencia hacia algo que duele tanto que toca el alma. Porque es mejor hacer como si nada de esto pasara porque aparentemente no podemos hacer nada.

Esos niños son las víctimas silenciosas de un problema real, tan real que solo nos damos cuenta cuando pasa cerca de nosotros o a nosotros.

Encontraron al pequeño desaparecido... y fue su propio hermano adolescente quien lo mató.

¡Su propio hermano! ¿No se supone que debía cuidarlo y protegerlo? ¿Quién es de más confianza que un hermano, que un padre, que una madre?

Podemos desconfiar de desconocidos, de gente extraña, pero ¿de un ser "querido"? Sabemos que los niños corren peligro en la calle, pero ¿en nuestro propio hogar?

Podrían decir: "pero si no es la primera ni la última vez que pasa esto". Es cierto, pero también es verdad que NUNCA debería de pasar.

No podemos cerrar lo ojos, ¡ya no! Porque esos niños son nuestra responsabilidad no solo ante la sociedad sino ante Dios.

Hay tres aspectos en los cuales como padres, como maestro, como sociedad debemos trabajar:

  1. En el cuidado y protección de los menores. Como padres ya no podemos confiarnos de nadie, ni dejarlos solos. No podemos descuidarnos de ellos ni un instante y debemos estar atentos a las personas y las situaciones que se nos hagan extrañas o que los niños expresen aún sin palabras. No podemos esperar que sean "ideas nuestras" esas alertas que a veces no queremos reconocer por miedo a encontrar que son ciertas. Debemos hablarles sobre los peligros que existen y explicarles cómo pueden cuidarse pero sobre todo que nos tengan CONFIANZA para decirnos cómo se sienten y los temores que tienen, aún si es por parte de un familiar o amigo nuestro.
  2. Los principios y valores dentro de las familias, sobre todo el AMOR. Se supone que un niño debe estar seguro en su casa, en su hogar, con sus padres, sus hermanos y su familia. Pero muchas veces no es así. El peor peligro para un niño puede estar en casa. Esto no es natural, por eso nunca estamos preparados para enfrentar una situación así. Este tipo de problemas se dan cuando en el hogar no hay amor y como el único originador de amor es Dios, es seguro que cuando Él no habita en nuestro hogar surjan problemas. ¿Está Dios en tu hogar? ¿Tu familia lo conoce? ¿Tienen una relación personal con Él?
  3. Nuestra responsabilidad individual. ¿Qué pasa cuando encuentras un niño perdido en la calle? ¿Lo ayudas o dices: "no es mi problema" o "me puedo meter yo en problemas"? ¿Qué harías si sabes de un niño maltratado o abusado? A veces esperamos que los demás sean responsables de este tipo de problemas: "son sus hijos", "no me importa", "no quiero problemas". Pero si fuera tu hijo o tu sobrino ¿cómo quisieras que actuaran las personas que estuvieran a su alrededor? 
Sé que este problema es mucho más grande que nuestra capacidad para solucionarlo porque es un problema que ni siquiera podemos imaginarnos lo grande que es. Las grandes mafias que controlan la trata de personas sobre todo de menores rebasan nuestra imaginación, casi no hay información y pocas veces se habla del problema en su dimensión real.

Los niños que sufren abusos dentro de sus propios hogares son muchos más de los casos que se llegan a conocer, pero es un problema tan real que no debemos pensar que no existe.

Yo sé que no puedo hacer gran cosa o tal vez nada por los niños que sufren así, o tal vez puedo hacer lo que está a mi alcance por prevenir o ayudar en una situación como éstas. No sé, pero estoy convencida que en el lugar donde esté debo hacer lo que me corresponde hacer como mamá y como miembro de una comunidad.

También creo en la justicia Divina de la cual NADIE se libra ni NADA queda oculto. Por lo que debemos estar seguros que cualquier persona que hace daño a un niño tendrá que responder ante Dios en el día del Juicio, porque desde el momento que atentan contra la integridad de un pequeño de Dios, desde ese momento están condenados.

"Cualquiera que haga pecar a uno de estos pequeñitos que creen en Mí, mejor le fuera si le hubieran atado al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y lo hubieran echado al mar". Marcos 9:42

Hoy hay una lágrima de dolor, en un padre, una madre, una familia que sufre la pérdida, la desaparición, la muerte de un hijo.

Por eso hoy mi oración es: "Ven Señor Jesús, no tardes más, no queremos más dolor".

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