Amanecer en Primavera


Me gustan las mañanas primaverales, ver el sol brillar por mi ventana, escuchar los pájaros cantar y respirar el olor de los azahares que perfuman el ambiente. El clima agradable en esta época del año me inyecta energía para comenzar las actividades diarias. Realmente me gustan las mañanas de primavera.

Es maravilloso despertar y contemplar las bendiciones que Dios nos da cada día, el suave viento, los brillantes colores de las flores, el canto de las aves, el calor del sol, la sonrisa y el abrazo de mis hijos, la caricia de mi esposo. ¿Pero, qué pasa cuándo no podemos ver esas bendiciones o cuando tal vez en el mejor de los casos sólo alcanzamos a percibirlas?

“Hace mucho que no me siento feliz, creo que estoy olvidando cómo se siente serlo”, un día le dije a mi esposo, no porque tuviéramos problemas, sino porque por casi una década había enfrentado un estado depresivo sin saberlo. Al principio pensaba que se trataba sólo de un estado de ánimo, estaba triste y es normal estarlo a veces. Otras veces pensaba que era cuestión espiritual, tal vez necesitaba orar más y todo se resolvería. En ocasiones me sentía sola y un viaje para visitar la familia ayudaría. En fin, siempre buscaba la manera de compensar ese sentimiento de tristeza que me agobiaba y trataba de encontrar un motivo o una razón para ello, incluso, como es común en estos casos busqué saciar mi ansiedad en la comida.

Así fueron transcurriendo los años y de pronto, sin darme cuenta, habían pasado los primeros años de la infancia de mis hijos, ¡y yo no los había disfrutado! ¡No era posible, eso no era normal! Un día durante una de mis crisis me di cuenta que esto no podía seguir así, que debía de hacer algo en ese momento y no perder más tiempo. Me estaba acostumbrando a vivir de esa manera y mi familia estaba sufriendo. Así que decidimos que debía buscar ayuda profesional. Dios puso en nuestro camino a un Psiquiatra adventista quien al escuchar mis síntomas rápidamente me diagnosticó Distimia que “es un nivel menos grave de depresión que incluye síntomas crónicos a largo plazo, por lo general un mínimo de 2 años. Es muy fácil confundir un estado de distimia con estrés o cansancio. Los efectos de este tipo de depresión no incapacitan tanto pero impiden un normal desarrollo de los hábitos más comunes. Afecta entre el 3 y el 6% de la población general. Los síntomas han sido descritos como un "velo de tristeza" que afecta a la mayoría de las actividades. Los pacientes no muestran cambios aparentes en la conducta o comportamiento diario, aunque tienen menos energía, una negatividad general, y un sentido de insatisfacción y desesperanza”.

Por fin sabía que no eran ideas mías, no se trataba de falta de fe o de negativismo, todo esto que estaba viviendo era un problema fisiológico ocasionado por un desequilibrio químico en mi cerebro y que por medio de un tratamiento me sentiría mejor.

Ahora, después de un año de tratamiento mi vida es completamente diferente, cada día que despierto estoy feliz y agradecida con Dios por la oportunidad de vida que me da, por mis hijos, mi esposo, mi familia, mi casa y esas pequeñas y grandes bendiciones que recibo y que antes no veía. Mis hijos están más felices porque ya no tienen a la mamá gritona y desesperada que tenían y mi esposo ha vuelto a tener a la amiga y cómplice de sus proyectos. Hoy puedo decir que soy feliz y ¡qué bien se siente!

He querido compartir contigo esta experiencia porque desgraciadamente muchas personas, incluso cristianos,  hoy en día afrontamos algún tipo o nivel de depresión que nos impide ser felices y que afecta no sólo nuestra vida y la de quienes nos rodean sino nuestra relación con Dios. La depresión te impide tener fe, por eso estos trastornos son una herramienta muy utilizada por Satanás para mantenernos desanimados y tristes y de esta manera evita que contemplemos las maravillosas bendiciones que nuestro Dios nos da día a día y cómo nos abraza en medio de esta aparente soledad.

Si en los últimos meses te has sentido muy triste, desganado, sin deseos de hacer las cosas que antes hacías o te gustaban, si te dan episodios de ansiedad y desesperación y sientes que tu vida no tiene sentido. ¡No pierdas tiempo! acude al Médico. No te de pena o temor contarle cómo te sientes, tú no tienes la culpa, es algo que no puedes controlar.

Deseo que al igual que yo ahora, puedas disfrutar de los bellos amaneceres en primavera.

“El ánimo del hombre soportará su enfermedad: Mas ¿quién soportará al ánimo angustiado?” “El corazón alegre es buena medicina; mas el espíritu triste seca los huesos”. Proverbios 18:14 y 17:22

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